Titular
de prensa
“Un
conductor ebrio circula treinta y cinco kilómetros en sentido contrario”
anuncia
un titular de prensa de la mañana
y
en la barra del bar se sonríe el cliente.
Todo
parece estar estático,
suspendido
en el tiempo
y la
noticia se hace vieja al instante
de
ser leída.
El
hastío penetra por los poros de la piel ajena
y
el rumor de la calle se apaga paulatinamente.
El
titular está en la esquina derecha de cualquier página.
La
verdad se interpreta como una saeta mortífera
que
atraviesa la vida,
y
se convierte en costumbre de barrio
como
el despertar contracorriente
sin
noticias de prensa.
Todas
las tardes
termina
la jornada
exenta
de anhelos
y
sin reseña alguna.
Las
camas están frías
de
sueños, el calor se ha ido con el alba.
Volverá
a darse la vuelta a la ruleta de la rutina
gris,
e impregnará el vacío
de
seda anudado al nudo de una corbata
de
día festivo.
Todo
un día. Otro día
y la
soledad se acomoda y penetra entre las rendijas
de
la puertas con una desierto urbano,
que
sestea en la barra de cualquier bar
y
el aroma de un aguardiente espeso
se
apodera de la garganta vieja y áspera
de
un obrero finisecular.
Nunca
será titulares de prensa
la
rutina del hombre de chaqueta deslucida
ni
los hechos diarios
que
acaban en la sonrisa de un hombre simple,
tampoco
la mano tendida del desahuciado
ni
la mirada de hambre de razón,
tampoco
la lectura de una página en que todo está por escribir,
ni
los pasos perdidos de un adolescente lleno de expectativas,
tampoco
el beso ajado de una madre
con
hambre en los pechos.
Busco
la tarde en que el cielo
dibuje
cuerpos anónimos,
y
palabras de titulares muertos.
Busco
titulares sin noticia,
muecas
de unos labios maduros,
y
comisuras cansadas de rictus forzados.
Por
buscar, busco la tarde sin noticias
y
el alba de una mañana de olas mansas
que
caliente las palmas
de
mis manos
para
volver a imaginar versos
en
la bruma junto al lecho de un río lleno
de
calmas
y
silencios.